sus huellas permanencen
y la puerta abierta deja
al olvido...
¡Déjala ir, Neruda!
Ella te quiso, lo sé,
pero se ha ido.
¡Ay del amante
que se queda, bajo fría
y silente noche estrellada,
buscando el calor de su amada!
Solo lo abraza el tiempo y el frío.
¡Déjala ir, Neruda!
Que tú la quisiste, lo sé,
pero ella ha partido.
La noche se oscurece aún más,
sin el amor vivido...
las estrellas se convierten en recuerdos
y los recuerdos en castigos.
¡Ay del alma que llora amor
de su ser querido!
Aquel que se va por otro camino.
¡Déjala ir, Neruda, déjala ir!
Que ambos se quisieron mucho, lo sé,
pero ahora, todo está marchito.